lunes, 6 de octubre de 2008

En los últimos días no se lee ni se escucha otra cosa en los mass media que lo relacionado con el inminente colapso financiero por el que atraviesa E.U, el cual sin duda se llevará entre las patas a una buena parte del mundo, incluyendo por supuesto a la vulnerable economía de nuestro país. Muchas de las concienzudas reflexiones expuestas por la cream de la cream de la materia gris pensante en el orbe, anticipan escenarios verdaderamente catastrofistas como sacados de lo peor de las zagas futuristas del apocalíptico fin del mundo; que si “el fin del imperio”, que si “la conformación de un nuevo orden mundial”, que si “las similitudes con la crisis del 29” que si “China la nueva superpotencia”, las definiciones son extensas y no dudo que sean validas, tampoco es innegable que la debacle estadounidense no solo económica sino principalmente ética y moral, inicia con la administración de George W. Bush, y su punto más álgido de soberbia y prepotencia se instala después de los atentados del 11 de septiembre.

El actuar de los E.U a través de la historia ha dado muestra fiel de su avasallamiento y dominio no únicamente con los países más pobres o en vías e desarrollo sino con los mudos aliados en la vieja Europa; ya ni que decir de las políticas publicas más aniquilantes que han puesto en peligro la estabilidad del medio ambiente.

No es que de satisfacción que E.U. pase por este desastre, pero si es de anotar que solo siembran lo que han cosechado, no solo la clase política norteamericana, si no el pueblo mismo por mantenerse al margen de la decisiones trascendentales del país, manteniendo el mantra inamovible de “mientras yo este tranquilo en mi casa y tenga satisfactores, lo que hagan con la política doméstica y exterior de mi país, no me importa”. Parece que tarde se han dado cuenta que esto no puede seguir así y no puede seguir así no solo porque el precio de la gasolina afecta sus bolsillos, no puede seguir así porque es insostenible un mundo donde solo ellos sean los ganadores, donde solo el 1 por ciento de la población del mundo tenga concentradas las riquezas, mientras otras partes, se mueren de hambre y viven precariamente. Esperemos a ver que sucede y que nos vaticinan los estudiosos de esta materia, lo que tenga que pasar seguramente nos sorprenderá, porque sin duda estos si son tiempos de cambio.